De la misma manera que en el solsticio de invierno, 25 de diciembre, se celebra la natividad de Jesús (Sol que nace en lo alto: Verdadera Luz del mundo), así también en el solsticio de verano, el 24 de junio, se celebra el nacimiento de San Juan Bautista, que no era la Luz pero sí Testigo de esa Luz.
Por eso era necesario que la luz creciera y que el testigo de la luz mengüara.
Hay una perfecta correlación entre las fiestas de la Anunciación (25 de marzo), del nacimiento de Juan Bautista (24 de junio) y de la Navidad (25 de diciembre).
Juan Bautista es el único santo del que se celebra su nacimiento. Es el santo con el que se termina el Antiguo Testamento y se da paso al Nuevo Testamento. Nace de padre anciano pero se revela ya en el vientre de su madre saltando de alegría en la Visitación de la Virgen María a Santa Isabel la madre del Bautista.
San Juan Bautista, aliento perenne para el apostolado, intercede por nosotros
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