Eulalia nace y muere en Mérida entre los años 292 y 304. Su día es el 10 de diciembre.
En esa época se perseguían a los cristianos por orden de las autoridades del Imperio Romano. El gobernador Daciano recorría las ciudades de Hispania enviando con saña a la muerte a muchos cristianos, aunque los invitaba antes a salvar sus vidas si apostataban de la fe y adoraban los ídolos.
Eulalia era pues una niña de 12 años que, viviendo con extraordinaria valentía su fe, y sabiendo lo que le esperaba, fue capaz de alentar a los ciudadanos de Mérida a desobedecer las normas paganas y mantenerse fieles a Cristo a pesar del peligro. Sus padres, conscientes de la valentía de la niña que estaba incluso dispuesta a encararse con Daciano, para preservar su vida la encerraron en un castillo. Pero desde su mismo encierro Eulalia seguía animando a la fidelidad de todos aquellos que la visitaban. Finalmente logró escapar del castillo y presentarse ante las autoridades civiles para proclamar su fe.
El gobernador primero la tentó con honores y joyas si negaba a Cristo y seguía a los dioses romanos. Eulalia expresó con mayor firmeza la fe y en consecuencia fue ahora instada a apostatar si no quería morir torturada. La niña perseveró en su amor a Cristo y por ello definitivamente sometida a tormentos que no le hicieron vacilar lo más mínimo, y murió mártir, conservando su virginidad, alabando a Dios.
Los testigos y verdugos vieron como una blanca paloma salía de su boca en su postrer aliento, y algunos se convirtieron por medio de ese milagro.
Han pasado muchos siglos del martirio de Eulalia, y sin embargo se mantiene la persecución aunque cambien las formas. Hoy día se invita a los jóvenes, y adultos, a adorar los nuevos ídolos: la droga, el vicio, el egoísmo del individualismo, el consumismo, la religión sin compromiso personal, la ideología de género, etc, y los que se atreven a no seguir estos caminos son continuamente presionados por el entramado social y político que desea la exclusión de la Iglesia Católica o , si acaso, el mantenimiento de la misa como una ONG que ahorre dinero al Estado en gasto asistencial y de educación.
El testimonio de Santa Eulalia nos libra de cobardias y vergonzosos mimetismos con todas las basuras de la posmodernidad. Ella optó por ser fiel a Cristo luchando por evangelizar y no con "ir con los tiempos".
Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir, intercede por nosotros.
Santiago González Alba
Vicario Parroquial de Santa María del Alcor
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