Sebastián era hijo de familia militar y aristocrática de la Roma del siglo III. Vivió entre 256 y 288. Nunca quiso participar en los cultos paganos a las divinidades romanas, por su carácter idolátrico.
Sebastián era un cristiano que, sin renunciar a su lealtad militar, procuró ayudar a otros cristianos en tiempos de persecución más o menos violenta sobre todo contra los católicos sin ciudadanía imperial.
Fue descubierto en esa labor por las autoridades civiles, que le invitaron a elegir ser militar abandonando la fe cristiana. Sebastián optó por seguir a Cristo y poner así en peligro su futuro brillante y su misma vida.
Los soldados le llevaron a un estadio deportivo y lo colocaron en un lugar donde podía ser visto por todos en aras a un castigo ejemplar. Sebastián no cedió y manifestó su fe en Cristo públicamente.
El castigo no se hizo esperar y una lluvia de flechas fue disparada contra su cuerpo. Los verdugos le dieron por muerto ya que nadie puede sobrevivir a varias saetas sobre la carne.
No obstante, seguía vivo y fue llevado su cuerpo con discreción a casa de una noble cristiana llamada Irene que lo curó de sus heridas y le ayudó a reponerse.
Entonces sus amigos le instaron a abandonar Roma, lo cual no sólo rehusó sino que se presentó ante el mismo emperador Maximiano para recriminarle con vehemencia que persiguiera a la Iglesia de Cristo.
El emperador y su corte quedaron sorprendidos de verlo vivo, y de nuevo fue enviado a morir, esta vez flagelado, y ahora si encontró la palma del martirio.
Su cuerpo fue tirado por los verdugos a una alcantarilla para evitar que sus seguidores le honrasen tras la muerte.
Sin embargo, los cristianos buscaron en el lodazal su cadáver y, una vez encontrado, lo enterraron en la Vía Apia en la catacumba que lleva su nombre.
Sebastián es patrono de los militares cristianos, y su día es el 20 de enero.
San Sebastián, mártir hasta el heroísmo, intercede por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario